Antes de ayer dije que bajaba para no morirme del frío y caminar me calienta, excusa.
Hoy dije dizque tenía que ir a revisar unos papeles en el puesto al ladito del tuyo, excusa.
La excusa de mañana la tengo calientica en la cabeza. Voy a decir una excusa irrefutable, una excusa que le despeje el camino a mis pupilas para mirarte y reconocerte entre la gente como si se supieran las formas de tu sombra.
Mañana les diré a todos una excusa. Les diré que bajo a verte, y eso no es más sino una fachada para el hecho de que quiero verte mucho. Bajaré con la excusa de visitarte y no la de besarte. Será una excusa tan buena que nadie se va a dar cuenta que en realidad no quiero coquetearte sino hacer que te enamores de mi. El juego no es más sino una excusa para el amor, así no lo sepan ellos ni lo sepas tú y yo, acá escribiendo, apenas me esté enterando.
Esa es la excusa de mañana, la de simplemente ir a visitarte. Después pensaré las demás. Hasta que llegue el día de no pensar, de olvidarnos de las excusas y decirnos entre la gente, entre los prejuiciosos y los metidos, que no se necesitan excusas para quererse, para amarse, porque el amor de por sí es una excusa.
Es la excusa para vivir.
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