Monday, March 3, 2014

Cuidar el corazón

Yo fui de esas mujeres jóvenes que provocaba en sus amigas el deseo de agresión física para despertar a la realidad de un mal amor. Ya se me ha quitado la vergüenza de admitir que yo fui esa mujer que mendigó afecto, que no puso límites de ningún tipo ni al amor que sentía ni a la manera como el la amaba y que le daba vuelta a este mundo al derecho y al revés en función de el, de verlo, hablarle, escribirle, y sentirlo mal que bien, parte de su vida. Uno empieza a hacer las cosas diarias por un man, y a dejar que el sea un motor para las decisiones rutinarias y sabe que está jodida. "Me voy a conectar hasta tarde para que no piense que solo hablo con el", "Mejor no me como ese chocolate", "Voy a ir allá a ver si me lo encuentro", por ejemplo. Yo me inventé tareas y trabajos (que terminé haciendo) para pedirle favores a mi traga, me hice golpear de una bicicleta como una enferma mental para que el me cuidara, salí con Pepito y Perenganito para darle celos y me hice la borracha y la sobria igual número de veces. Hasta que aprendí a no hacer cosas por el, sino por mí. Es difícil cambiarse el chip pero es cuestión de instinto de supervivencia y tarde o temprano todas llegamos allá. En ese mismo tiempo es que uno entiende que enamorarse es inevitable pero perder la dignidad es opcional, y que ese cuentico de quererse a uno mismo para querer a alguien más, es de la vida real. 

Aprender a decirle al que no venga a querernos que tampoco venga a complicarnos la vida, es evitar caer en esos amores sin  forma, ni pies ni cabeza, donde uno ni sabe qué responder cuando le preguntan 'Como van?'. Son esos amores en los que uno sufre sin la más mínima y remota idea de por qué. 
Con las experiencias aprendí a hacerme la difícil y tan bien lo aprendí que me volví así. Fake it till you make it. Aunque al principio no hay nada más complicado que hacerse a difícil con alguien que te gusta mucho, uno entiende que es como ahorrar, como sacrificar el placer inmediato de entregarse ya a ese amor por un placer futuro mucho mayor. Puede ser el placer de una relación que se construyó paso a paso según las instrucciones, que tiene más retorno porque al perderlo se arriesgaría demasiado, y si no resulta así, se tiene el placer de haber hecho lo posible desde el inicio por cuidar el corazón. Nadie va a cuidar el corazón de uno como uno mismo y esta premisa no tiene fecha de vencimiento. Cuidar el corazón no es tenerle miedo al amor, es enamorarse de alguien que lo merezca, alguien que se gane nuestro romanticismo, así toque despedirse a cada rato de los que no lo hacen.  

Al final resulta que hacerse la difícil es ser igual a como eres tú antes de conocerlo a el. Hacerse la difícil resulta tan fácil como no hacerle espacio en tu vida sin que él se lo haga primero. Dile 'Ya te hablo que me estoy haciendo las uñas', 'No te hablé porque fui a ver si puso la marrana', 'Estoy muy ocupada espichando papel de burbujas, ya hablamos". Y como hemos entendido que el que quiere querer,  quiere; que el que quiere encontrar, busca; que el que quiere hablar contigo te va a llamar y el que te quiere ver te va a ver, nos evitamos todo el trabajo que nos dábamos para 'propiciar las cosas', cuando la verdad estábamos propiciando lo que no queríamos: un amor básico.    

El problema que todavía tengo entre las manos es aprender a hacer esas mismas cosas a puerta cerrada. Si me responde con un monosílabo yo no le contesto pero me duelen hasta los dedos, si lo mando para la mierda un pedazo de mí se va con el aunque sé que no iría a buscarlo, lo ignoro pero lo pienso hasta cuando no lo pienso.  Ese es el problema, cuidar el corazón a puerta cerrada. 



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